12 Octubre 2024 09:10 am
En el centenario de La vorágine el Festival Internacional de Artes Vivas programó ‘Habüb’, un montaje que combina video, teatro, música y actuación y que reflexiona sobre la obra literaria de José Eustasio Rivera a partir de los haboobs, vientos que cruzan el Atlántico y traen a Suramérica arenas del Sahara.
Por: Eduardo Arias
https://cambiocolombia.com/cultura/habub-canto-agua-arena
Como parte de la programación del Festival Internacional de Artes Vivas el grupo transdisciplinar La Quinta del Lobo presenta este domingo y lunes en el Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo Habüb, escrituras de arena y agua, una puesta en escena que combina música envolvente, música en vivo, videomapping y artistas en escena. El nombre de la obra viene de las inmensas nubes de arena que nacen en el Sahara, cruzan el océano Atlántico y llegan a Suramérica, donde fertilizan los suelos, y que reciben el nombre de haboobs. En este fenómeno se inspiró el grupo La Quinta del Lobo para crear Habūb, que además interpreta la novela La vorágine de José Eustasio Rivera, publicada hace 100 años . Esta es una coproducción del Centro Nacional de las Artes Delia Zapata Olivella, la Universidad de los Andes y la Quinta del Lobo.
Carmen Gil Vrolijk, video artista y directora de la Quinta del Lobo, señala que la idea de enfrentar La vorágine desde el Sahara viene de un proyecto que ya venía andando antes de recibieran la invitación a la coproducción por parte de Iván Benavides y todo el equipo del Centro Nacional de las Artes. “A mí me interesa mucho esa relación entre las dinámicas invisibles que vienen de fenómenos científicos o de la naturaleza y cómo estas se pueden manifestar. En un principio era una especie de instalación inmersiva con visualización de datos e impresiones 3D en la que a mí me interesaba materializar y visualizar eso que para nosotros es inaprensible o incomprensible si no es por medio de herramientas tecnológicas”, señala ella. “Releer La vorágine le dio una dinámica a esa forma de entender esos dos lugares”.
La novela de Rivera también los llevó a pensar en el desplazamiento y la idea de conectar dos lugares tan disímiles y tan lejanos para ellos. “Nuestras obras terminan siendo provocaciones desde un lugar muy experimental, no tan narrativo. Algún crítico recientemente escribió que ‘Habüb’ era muy interesante, que era bellísimo pero que no era teatro. Pero, ¿qué es el teatro hoy? Existe una noción de un teatro puro. Entonces para nosotros lo interesante es tratar de tejer esas historias que aparentemente son inconexas”.
Para llegar a la idea final pasaron por muchas etapas. Lo primero que se le ocurrió a Carmen Gil fue el espacio escénico, un río o anaconda que está sobre el público. “Por mi formación en las artes plásticas a veces pienso los proyectos más como una experiencia, una sensación o un espacio inmersivo que como una pregunta narrativa. Como ninguno de nosotros viene del teatro tradicional, lo que hacemos en la Quinta del Lobo es tratar de construir unas reflexiones en torno al espacio”.
Después, al leer La vorágine, surgieron inquietudes desde la música, lo que trabajaron Camilo Giraldo con Juanita Delgado, Juan Carlos Echeverry, Urian Sarmiento y Juan Manuel Toro. “Yo me imagino las estructuras, Camilo piensa en la música, Juanita piensa en la dramaturgia del performance, Juan Carlos piensa desde la voz que representa ese hombre blanco que llega a la selva, desde la tradición del bel canto. Pero por el otro lado están Toro y Urian Sarmiento que vienen de esa exploración de los ritmos y de los sonidos y las músicas ancestrales y que han recorrido el país rescatándola”, señala Carmen Gil. Ellos nunca trabajan con guiones tradicionales sino que tejen ideas. “La obra tiene tres movimientos que son las escrituras de arena, las escrituras del viento y de los viajeros y las escrituras del agua, que son las de la selva”.
De gran ayuda les resultó la edición de La vorágine editada por Erna von der Walde y Margarita Serge, que está rodeada de textos que dan un contexto muy profundo de todo lo que pasa alrededor de obra. Desde Humboldt hasta textos contemporáneos. “Otra cosa que hicimos fue buscar fragmentos de la novela que se volvieron letras de canción. Una cosa muy bonita que pasó es que en La vorágine de Mapa Teatro dos de nuestras frases de ‘Habü’b también están allí. La obra de Mapa es imperdible, es bellísima. Es otra visión de La vorágine”. Estas dos obras, más la obra de Teatro Petra, que se han presentado en la FIAV Bogotá, dan tres puntos de vista muy diferentes. Para Carmen Gil la metáfora que cierra Habüb es contundente: la selva es más grande que nosotros y la naturaleza es más grande que nosotros. “Hay lugares que son incomprensibles para todos los humanos, están en ese lugar de lo no humano que deberíamos entender un poquito mejor”.
Uno de los retos que enfrenta una obra como Habüb es lo difícil que resulta u8bicarla en un lugar predeterminado. Muchas personas tienen una concepción de qué puede ser teatro, qué puede ser música o qué es lo audiovisual. “Si uno piensa realmente en dividir o categorizar desde un lugar rígido esas disciplinas, pierde la posibilidad de entender que hay unos lugares intermedios o híbridos y eso es lo que nos interesa a nosotros. El híbrido es un ser mágico, mitológico, que une cosas que no deberían estar juntas pero que terminan estándolo. Tiene que ver con lo fantástico, lo que nos lleva a abrir puertas a unos lugares que la gente puede cuestionar”.
Esto se debe en parte a que ninguno de los integrantes de La Quinta del Lobo y de quienes participan en Habüb es que no traen una formación de teatro. “Nos interesa la libertad de crear y proponer desde el lugar del que venimos. Pensar en qué momento es importante la acción, en qué momento es importante la voz, en qué momento es necesaria la imagen”. Ella señala que el vídeo, que está tan presente y de gran formato, no puede robarse el protagonismo de algo que sucede en escena. La meta es crear un espacio para que la música se vea y se escuchen las imágenes. Esto viene desde la época de Retrovisor un proyecto de música visual de La Quinta del Lobo. “El reto es pensar cómo funciona en escena. Nos ha pasado en las obras que cuando empezamos a ensamblarlas vemos que el público dirige la mirada hacia un lugar y no hacia otro. Eso es lo bonito. Al hacer las cosas en vivo, poder modificar el curso de la obra”. Les pasó en Hybris, su obra anterior. “En escena vamos tejiendo esa metáfora. Es muy bonito tejer la relación con el espectador. Hacia dónde miramos. A mí me interesa mucho que la gente pueda mirar hacia arriba o al frente o a los lados porque el mundo está a nuestro alrededor, no solamente enfrente”, señala Carmen Gil.
También quieren generar el diálogo no solamente en lo técnico sino también en lo conceptual. “Tratamos de buscar un lugar de equilibrio entre las diferentes voces, formas y relatos. Nuestras obras podrían parecer crípticas. Queremos que la gente pueda interpretarla libremente, sin un condicionamiento”.
La Quinta del Lobo n el teatro Fundadores de Manizales.
Algo que llama la atención de Habüb es cómo representarla en un espacio convencional cuando fue creada para un lugar tan especial como el cubo del teatro Fanny Mickey del Centro Nacional de las Artes. “La obra funciona diferente, la gente la percibió diferente”, dice Carmen Gil. “Los públicos también cambian mucho. Hay gente que dice que ha visto los dos montajes y que se adapta muy bien. En un proceso tradicional se pierde la experiencia inmersiva, como estar dentro de esa selva. Sin embargo, las obras son líquidas y los espacios pueden ser mutantes”. En el Magdalena Fest que se realizó en Honda, Tolima, trataron de construir un espacio donde la proyección de gran formato fuera esencial. En el Teatro Fundadores de Manizales, una de las salas más grandes del país, también les funcionó porque lograron traer el escenario más cerca a la gente. “Lo bonito de trabajar con estas tecnologías es que nos permiten adaptarnos a diferentes lugares”.
El próximo año La Quinta del Lobo tiene planes de giras. Ellos ya han estado en China, Dubái, Alemania, Estados Unidos pero Carmen Gil considera que mover las obras en Colombia con tecnología a veces es difícil porque está el preconcepto de que son muy costosas de montar y de mover porque el público no las va a entender. “Yo creo que en nuestro tiempo es esencial pensar que todos los públicos son receptivos y que Independiente de si se van a maravillar (obviamente a no todo el mundo le gusta pues por fortuna a nadie le puede gustar todo lo que hace todo el mundo) creo yo que es una obra que nos ha dado muchos retos pero muchas satisfacciones también y esperamos que podamos seguir girando con Habüb, que parece que tiene un buen camino por delante”.
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