Carmen Gil Vrolijk.
Crédito: Christian Perilla @jaguaraudiovisual
27 Octubre 2023
En estos días el nombre, o mejor la huella visual de Carmen Gil parece esta en todas partes. En la ópera ‘Barbazul’, en la obra de teatro ‘Orestíada’, en la presentación de la pieza musical ‘Soplo de vida’ en la Sala de Conciertos de la Biblioteca Luis Ángel Arango y entre el 23 y el 26 de noviembre el público podrá apreciar los frutos de su trabajo como curadora de ‘Voltaje’, el componente de arte y tecnología de la Feria del Millón.
Por: Eduardo Arias
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Carmen Gil Vrolijk no es un nombre muy conocido para el gran público. Pero en el territorio de las artes visuales de vanguardia en Colombia es muy respetada y admirada por su trayectoria. Artista transdisciplinar, profesora y teórica, crea proyectos multimedia desde finales de la década del noventa. Sus intereses están enfocados en el uso de video en vivo especialmente en artes escénicas, arqueología de medios, narrativas expandidas y poéticas de la tecnología.
Trabaja en grandes formatos experimentales e inmersivos. Es maestra en Artes Plásticas de la Universidad de los Andes y Magíster en Literatura de la Universidad Javeriana en Bogotá. Se ha desempeñado como artista independiente, video jockey (VJ) y profesora en la Universidad de los Andes, la Universidad Javeriana y la Universidad Jorge Tadeo Lozano en las facultades de Arte y Humanidades, Arquitectura y Comunicación Social. A través de cátedras-taller ha enseñado Narrativa Interactiva y No Lineal, Multimedia Interactiva, Nuevos Medios, Taller Intermedial, Ciudad Virtual y Tecnología y Pensamiento Digital. Su obra se ha presentado en las Américas, Asia y Medio Oriente y Europa.
En la actualidad dirige el colectivo La Quinta del Lobo, especializado en artes expandidas y es curadora de Voltaje (Salón de Arte y Tecnología) desde 2014. Es profesora Asociada en el Departamento de Arte de la Universidad de los Andes.
Fue integrante del grupo de música Retrovisor y en La Quinta del Lobo se ha destacado por el uso del mapping, o video mapping, una técnica audiovisual que consiste en proyectar imágenes o videos en dos o tres dimensiones sobre superficies reales para generar en ellas un efecto de movimiento. También aportó sus proyecciones en el muy celebrado montaje Develaciones, un canto a los cuatro vientos, una obra escénica que produjo la Comisión de la Verdad que se puso en escena el año pasado en el Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo bajo la dirección de Iván Benavides.
En estos días ella anda muy activa. Participó en la opera El castillo de Barbazul, que se estrenó anoche y se presenta en el Teatro Colón hoy y mañana, y también en Orestíada, obra que estrenó la Casa del teatro Nacional la semana pasada y que está en temporada por varias semanas más. Además, es la curadora del espacio Voltaje, de la Feria del Millón, que este año cumple 10 años y que se llevará a cabo en Bogotá entre el 23 y el 26 de noviembre, y participará en la presentación de Soplo de vida, una pieza musical de Luis Fernando Franco que el Banco de la República le comisionó con motivo de la celebración de los 100 años de la entidad. Es una obra que se interpretará con ocarinas de la colección de instrumentos de la Biblioteca Luis Ángel Arango y que se refiere al cosmos, al agua, a las aves el canto de las aves y de las ranas. Carmen Gil creó un acompañamiento visual para la composición y que se proyectará en la cúpula de la Sala de Conciertos de la Biblioteca, que es una de las joyas de la arquitectura del siglo XX en Colombia. “Es la primera vez que se va a realizar un mapping en la cúpula”, dice ella.
Carmen Gil y Julián Hoyos durante la construcción de la escenografía de ‘El castillo de Barbazul’.
En El castillo de Barbazul creó una escenografía virtual, que es como a ella le gusta llamar su trabajo. “Más que trabajar el vídeo como un audiovisual tradicional, como un videoclip o de forma cinematográfica, lo pienso como espacio y como metáfora de las acciones que pasan en la escena”. Ella trabajó junto con Julián Hoyos, el escenógrafo, y Pedro Salazar, el director escénico, para crear las atmósferas de la obra e ilustrar lo que pasa en el interior de los personajes. “El castillo de Barbazul es una obra preciosa en la que se habla de la condición humana, se habla un poco de ese lado oscuro de la humanidad”, dice.
Ese lado oscuro lo representa Barbazul, un hombre que carga con varios conflictos y que se casa con Judit. La trama de la obra sucede cuando ella llega a conocer el castillo donde va a vivir. Un castillo con siete puertas que develan los misterios que se encierran en los espacios que están tras ellas. “Al verlo ella lo siente respirar, lo siente llorar y cada vez que abre una puerta entra en un nuevo universo. Entonces lo que hago yo es tratar de crear las imágenes de esos universos. Son imágenes efímeras que se integran a la arquitectura por medio del vídeo mapping”. También trabajaron en unas estructuras enormes que construyó Hoyos que funcionan como una cápsula, y en un cubo que se mueve por el escenario. El video mapping de Carmen Gil dialoga permanentemente con el tratamiento de la luz, a cargo de Humberto Hernández.
‘Hybris’
Con sus imágenes Carmen Gil busca transmitir una reflexión conceptual que no solamente es un ornamento. “Yo siempre les digo a mis alumnos y a todo el mundo que, para mí, la tecnología no es un efecto especial sino una poética y debe ser prácticamente invisible, debe integrarse a todo”. Ese campo ha evolucionado bastante en Colombia. Hay muchos proyectos de vídeo artistas, de gente que viene de otros campos como la música, el performance, el teatro, la danza y que empezó a trabajar en este tipo de proyectos. “Colombia es un país pionero en tecnologías, tenemos una tradición bastante larga y y varias generaciones que han estado ahí trabajando en estos campos”; dice.
Una parte muy importante de su vida artística ha sido el proyecto La Quinta del Lobo, un colectivo que nació después de Retrovisor, el grupo de música del que hizo parte entre 2004 y 2016. Ya en 2010 empezó a interesarse en las artes escénicas. Camilo Giraldo y ella, los integrantes de Retrovisor, recibieron una invitación de Iván Benavides con L’ Explose, la compañía de danza que dirigía Tino Fernández, quien ya falleció, y Juliana Reyes, su pareja creativa. Ahí empezaron a trabajar en espacios escénicos. “Hicimos una obra preciosa que se llama ‘La razón de las Ofelias‘, que era sobre la esquizofrenia femenina y ahí yo hacía un trabajo de videomapping en escena y Camilo componía la música”. A partir de ese trabajo decidieron conformar La Quinta del Lobo, que es un ensamble multidisciplinar experimental de artes expandidas, y desde allí se han dedicado a explorar esos lugares intermedios de la música visual, de la experimentación con el performance, de lo que sucede en vivo. En estos proyectos ellos trabajan de manera horizontal. Es decir, música e imágenes se van tejiendo a medida que desarrollan la idea. Su primer trabajo fue Vanitas libellum, que traduce como El libro de las vanidades. Es una obra que habla sobre la velocidad del mundo contemporáneo. Luego vino Cuentos de la manguería con Sankofa Danza Afro Contemporánea, de Medellín y que dirige Rafael Palacios. Era una obra que hablaba sobre la tradición del manglar y también sobre termas relacionados como la minería, la violencia, en la que mostraron que algo queda a partir de las artes y el espíritu humano.
“Lo que hace artista a una persona no son las herramientas ni las habilidades técnicas sino la capacidad de conmover, de contar algo, de ver algo que los demás no ven”.
Entre 2017 y 2021 realizaron Hybris, una obra que habla sobre cambio climático con la que se inauguró en marzo de 2023 la sala Fanny Mickey del Centro Nacional de las Artes Delia Zapata. Es una obra inmersiva que sucede en 360 grados. No está diseñada para un teatro tradicional sino que el público está dentro de la obra y ve proyecciones a su alrededor con sonido envolvente.
Durante la pandemia el Teatro Colón les comisionó Infinitos, una obra transmedia que al comienzo recogía testimonios en la web en cuatro categorías que eran revelaciones, nostalgias, desapegos y presagios.
Luego lanzaron unos filmes para web e hicieron una residencia artística cuando el teatro estaba cerrado. La propuesta era invertir el teatro. “Si el teatro no se puede habitar, ¿cómo sacamos el teatro? Entonces mostramos ese teatro sin gente, vacío, pero llenándolo con los testimonios”. Cuando se abrió el Colón en marzo de 2021 presentaron esos cuatro mini performances durante varios días para un público muy reducido por razones de bioseguridad. “Pensé que sería lindo convertir ese teatro en un espacio vivo por medio de mapping. Entonces mapeamos la lámpara del plafón, luego mapeamos todos los palcos, pusimos unas pantallas en los palcos y el público estaba inmerso en ese lugar. Era como devolverle la vida al teatro”.
La historia evolución del vídeo arte y del vídeo que se hace en tiempo real comenzó en la década de los 60s y 70s con un concepto denominado cine expandido, que está relacionado con instalaciones y con espacios inmersivos. “Sin embargo, si uno lo piensa, el teatro siempre ha sido multimedia, ha sido transdisciplinar. Desde las cavernas hasta hoy. En Colombia el campo del vídeo arte creció mucho durante los años 70s. Eran tiempos del video analógico. Aparecieron artistas como José Alejandro Restrepo, que también tiene una carrera muy interesante en artes vivas y performance”.
A Carmen Gil Vrolijk le tocó la era digital. Empezó a trabajar en la universidad en los años 90. Cuando se graduó el video arte comenzó a salir de las galerías y de los museos. Con el cambio de siglo aparecieron más y más proyectos de música electrónica con apoyos visuales, siguiendo un poco lo que estaba pasando en Europa y en Estados Unidos. “Yo empecé a hacer vídeo en vivo más o menos hace 20 años. Trabajé mucho tiempo con Retrovisor, que era nuestro proyecto de música electrónica fusionada con ritmos latinoamericanos y colombianos, un campo que hoy es enorme, el de las nuevas músicas colombianas. Nos interesaba mucho darle imagen a lo que pasaba musicalmente”. Toda una generación de artistas que utilizaban el video en entornos académicos comenzaron a trabajar en esos lugares.
En sus proyectos Carmen Gil Vrolijk intenta ofrecer una mirada contemporánea. “Las preguntas a veces son las mismas, pero se resuelven en épocas diferentes, de formas diferentes. Eso es lo que nosotros hacemos con La Quinta del Lobo, que es hablar desde nuestra época. En ‘Barbazul’ Julián diseñó un espacio donde Barbazul se distrae con un videojuego. Tratamos de hablar desde nuestro momento”.
Como maestra y curadora ella sabe muy bien que el video está en todas partes. El planeta está desbordado de imágenes, de vídeos editados con efectos y a velocidades increíbles. “Las redes sociales y esta invasión de medios nos ha hecho perder el sentido real de las imágenes. Una tarea para los que somos maestros, profesores y creadores es entender por qué usamos imágenes y para qué las usamos. Es un ejercicio que hacemos mucho en mis clases y que yo también hago como curadora cuando escojo obras“.
En su concepto, lo que hace artista a una persona no son las herramientas ni las habilidades técnicas sino la capacidad de conmover, de contar algo, de ver algo que los demás no ven. Como curadora encuentra proyectos muy llamativos. Y aunque a veces las tecnologías sean las mismas en todo el mundo, ella considera que en Colombia se habla de manera muy diferente a como se hace en Estados Unidos o en Europa. Como ella señala, las preguntas y las preocupaciones son diferentes aunque las técnicas a veces se se encuentren. También anota que cuando no se tiene acceso a la tecnología tan fácilmente como en otros lugares, esta se emplea de maneras más recursivas. “Eso ha pasado mucho en este país, en diferentes épocas y con diferentes personas”.
La universidad ha sido fundamental en su vida porque todo el tiempo la lleva a actualizarse y a pensar de manera diferente. Además le ha permitido conocer continuamente artistas, gente joven y estudiantes, nuevas técnicas y tecnologías, y también la ha llevado a plantearse nuevas preguntas.
De hecho, los proyectos de La Quinta de Lobo tienen el apoyo de la Vicerrectoría de Investigación y Creación de la Universidad de los Andes así como de la Facultad de Humanidades. Como Carmen Gil señala, estar en la academia permite esa libertad de hacer proyectos sin importar si son rentables. Eso les ha permitido a ella y a otros artistas vinculados con universidades arriesgar y experimentar. “Yo creo que el arte tiene mucho de riesgo. A veces, por pensar en fórmulas y por pensar si las cosas van a ser exitosas o no, se nos olvida que hay otro lugar donde uno puede experimentar de forma muy libre”.
Para conocer en vivo el trabajo de Carmen Gil Vrolijk
El castillo de Barbazul de Béla Bartók
Opera en un acto
27 y 28 de octubre
Sala Teatro Colón
Centro Nacional de las Artes Delia Zapata Olivella
Orestíada
Casa del Teatro Nacional
Carrera. 20 No.37-54, Bogotá
Jueves a sábado a las siete de la noche.
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